sábado, 20 de marzo de 2010

Tormenta de arena sobre Beijing

Esta mañana, Beijing era completamente amarillo. ¿Sabéis eso de que si Mahoma no va a la montaña, la montaña irá a Mahoma...? Pues aquí es igual, pero con el desierto. A veces, las tormentas de arena del desierto del Gobi llegan hasta aquí y lo llenan todo de una tierra fina y ocre que vuela por el aire y lo tiñe todo de una luz amarilla de lo más irreal. Anoche al volver del ensayo del coro empecé a comentarle a Ru que hacía una tarde muy rara y una noche aún más rara, muy amarilla, como de tabaco, pero él por supuesto no me hizo ni caso y me dijo que era el color normal del aire contaminado; y qué va, esta mañana un compañero suyo del trabajo nos dejó un mensaje avisándonos de que no saliéramos de casa porque había tormenta de arena y era peligroso.

No hace falta deciros cuánto he tardado en salir corriendo a la calle.


Enfundada en mi abrigo más largo, con el pelo empaquetado en un gorro, mascarilla y un pañuelo por el cuello y la boca, al más puro estilo tuareg, he estado dando un pequeño paseo por la urbanización y la calle de al lado. Lo más sorprendente era el sonido, un sonido de viento que llegaba desde muy lejos, mucho más potente de lo que el viento estaba soplando en realidad; lo segundo, fue el olor (sí, confieso que me quité la mascarilla para averiguarlo), un olor dulzón a arena, a tierra y a mi parecer, también a animales, a ganado.
Os dejo algunas fotitos para que echéis un vistazo.


Éstas son las formas tan caprichosas que formaba la arena sobre una losa del suelo.

Ésta es la fuente que se ve desde nuestra ventana. Fijaos en el color de la luz, no está trucado. El suelo se ve amarillo por la capa de arena que lo cubre el aire, porque es tan liviana que flota.

Como veis, no os he mentido: hoy Beijing era amarillo.
Besos desde el desierto del Gobi, que hoy ha venido a visitarnos.

1 comentario:

  1. Tú sigue que entre tormentas de nieve y de arena un día de estos no te encontramos XD

    Gustarte no sé si te gustará pero no puedes negar que es una ciudad con mil caras

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